Por fin ha llegado el día D, un día anhelado por todos los colombianos y colombianas, por los que dijeron SÍ el pasado 2 de octubre y también por los que dijeron NO. Sin importar partido, religión y postura política, tras más de medio siglo en guerra, todos y todas queremos la paz.

 

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Con 75 votos a favor en el Senado y 130 en la Cámara de Representantes, el Congreso de la República se prepara para la fase de implementación de los acuerdos de La Habana, producto del proceso de diálogo entre el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y la insurgencia de las FARC-EP, modificados tras el triunfo del NO en el plebiscito del pasado 2 de octubre.

Comienza a correr el tiempo para que se instale el mecanismo de verificación de cese del fuego por parte de Naciones Unidas, así como las zonas de concentración para el agrupamiento de los guerrilleros, quienes en cinco días deben comenzar a moverse hacia allá.

Así las cosas, los colombianos y colombianas vemos próximo el día en que probemos un poco de la dulzura de la paz.

Sin duda la entrega de armas de una organización insurgente y su renuncia al uso de las armas no impedirá que en Colombia sigan muriendo niños de desnutrición o de enfermedades que pueden ser prevenidas, no impedirá que miles de familias vivan maltrato intrafamiliar, no transformará esta sociedad machista que violenta a las mujeres y agrede a las personas que se atreven a explorar otras formas de su sexualidad, no evitará que aumente el desempleo y la pobreza.

Sin embargo, la paz que vienen pactando el Gobierno Nacional y las FARC sí nos permitirá abocarnos por completo sobre esas problemáticas sociales que están por encima de la guerra y siguen dejando víctimas por doquier.

El SÍ del Congreso de la República a los acuerdos de La Habana es una gran oportunidad. La oportunidad para que Colombia reconozca y repare a las víctimas de la guerra; hombres, mujeres, ancianos, niños y niñas que han sufrido todo tipo de crímenes y violaciones; personas que algunas veces hemos visto por televisión o en las calles de las grandes ciudades, personas a las que cómodamente ignoramos porque sus ropas, su olor, su color, su tristeza, nos incomodan.

Este SÍ es también una oportunidad para que el Gobierno reduzca la inversión militar y aumente la inversión social y, con ello, la atención a temas tan determinantes como la educación de excelencia, la salud de calidad, el trabajo decente, la vivienda digna y los espacios para la sana recreación de niños y niñas y sus familias.

Este SÍ es fundamentalmente un soplo de esperanza hacia el futuro, es la posibilidad de que en adelante nos construyamos como una mejor sociedad, con ciudadanos más formados, conscientes y activos, una sociedad incluyente, justa y equitativa, una sociedad de las oportunidades para vivir mejor.

Para la UNIÓN es una alegría anunciar la decisión del Congreso de la República. Sabemos que no es sencilla la tarea que como sociedad tenemos por delante, pero estamos convencidos de que los lazos de solidaridad y fraternidad tejidos en medio de la crudeza y el dolor de la guerra nos permitirán sacar adelante el proyecto de hacer de Colombia un país en paz.

 

Ahora sí
¡Vamos por la paz!

 

Diciembre 1 de 2016
LUZ MARINA DÍAZ
Presidenta Nacional
Unión de Trabajadores y Trabajadoras de Grandes Superficies del Comercio en Colombia